miércoles, 22 de agosto de 2012

El cierre

Hace cuatro días me encontraba en California, exactamente en Los Ángeles, en el Astoria. El motivo era la firma de un contrato para escribir un guión cinematográfico. Y de paso quería ver a Natalie y, al menos, pasar un día con ella. Ahora Natalie vive con una joven modelo que está preparandose para dar el salto al cine. Es rubia, guapa y con un gran cuerpo. La última vez que vi a Natalie me dijo que era muy feliz.

Lo nuestro acabo casi sin comenzar. Era lógico, su trabajo requiere permanecer en Los Ángeles, y el mío no. De hecho mi trabajo puedo hacerlo en cualquier parte. Pero puestos a elegir, no cambio Manhattan por ningún otro lugar. Además, yo no encajo en el mundo de Natalie, sino de modo circunstancial.

De hecho no conozco a nadie en Hollywood si exceptuó a John, mi viejo amigo del instituto, a Natalie y su amante, al representante legal de la productora, y al director de la película muda -para la que escribí unos extraños diálogos-  y de la que les he hablado en alguna ocasión, y poco más. Por cierto que el film es un verdadero éxito. Se titula El silencio del galán y está interpretada por Natalie y un tal E.W., un imbécil.

Finalmente no pude ver a Natalie, tan solo logré hablar con ella por teléfono. Sin embargo al día siguiente de llegar a Los Ángeles me lleve una gran sorpresas. Al salir del Astoria para dirigirme a los estudios cinematográficos me tropecé con Edythe Wright. ¡Que casualidad, porque hacía apenas un año nos vimos en New York, en el Café Society!: "El lugar equivocado para la gente adecuada", como también es conocido.

Edythe fue la cantante de la orquesta de Tommy Dorsey hasta el 40 aproximadamente. Estuvo con ellos cinco años. Sin embargo algo pasó porque de la noche a la mañana Edythe fue despedida, o se marchó, y la sustituyó Anita Boyer.

Expliqué a Edythe el motivo de mi estancia en Los Ángeles, y como no tenía prisa, ninguna prisa, por llegar a los estudios, le propuse entrar en algún sitio para sentarnos y hablar.Estuvo encantada. Ella vive en Los Ángeles y tampoco tenía prisa. 


Me extrañó verla un año atrás en New York, cuando ella, como me acababa de comentar, vive en Los Ángeles. La explicación es sencilla, me dijo: "estoy preparando mi regreso a New York. Y en uno de los viajes que hice hablé con Barney para actuar un par de días en el Café Society, y fue cuando nos vimos".



Siempre tuve la curiosidad de saber cuál había sido el motivo real de su salida de la orquesta de Tommy Dorsey. No me atreví, sin embargo, a preguntárselo. Había pasado ya demasiado tiempo, y las heridas cuando menos se tocan mejor.



Sí hablamos del Café Society, bueno de la situación de Barney por el conflicto que su hermano tiene con el Comité de la Cámara de Actividades Antiamericanas. Eso le está haciendo mucho daño a su negocio, como ya me comentó en su momento. Las cosas no han hecho más que empeorar, expliqué a Edythe.


En cuanto a ella, me dijo que iba a trabajar con Sy Oliver, uno de los principales arreglistas del país y que es director musical de la  Decca, Ambos se habían conocido trabajando con Tommy Dorsey: "Oliver ha hecho cosas para Sinatra, Fitzgerald... Es un gran músico, y no ha dejado de pensar, según me ha comentado recientemente, en crear una orquesta y volver a coger la trompeta".

Recordamos juntos algunos momento de su paso por la orquesta de Dorsey, pero seguí sin preguntarle por los motivos de su salida. Le hablé de los éxitos de ella que más me habían gustado: God No Time, uno de sus últimos trabajos con Tommy; Qué decir de Youte acuerdas -ella rió-, o Eres una dulzura. Una de las que más me gusta, le dije, es You Don't Know How Much you Can Suffer, por no mencionar Having a Wonderful Time o  The music goes round and round.

Era ya tarde cuando nos despedimos en la puerta del café donde habíamos estado. Quedamos en vernos en New York, cuando estuviera definitivamente instalada. 

De regreso a casa no he podido sustraerme a la tentación de  volver anoche al Café Society aunque sabía desde esta mañana que el club está cerrado, como también el otro establecimiento, el Café Society Uptown. Me lo ha dicho Barney por teléfono. No me he enterado antes porque ha dado la jodida casualidad de que estaba en Los Ángeles, donde por fin firme el contrato para escribir el guión de una película basada en la novela Manhattan Transfer.

En fin, he quedado con Maxime aquí en la puerta del club para tomarnos unos bourbon en algún garito cercano.

¡Ah lo olvidaba! Vlady, la rubia explosiva a la que tanto he querido, y que tan buenos momentos hemos pasado juntos -¡qué mujer!- ha conocido a un tipo joven, serio, muy estirado, quiero decir educado y que según me dice Vlady, es un marchante de arte muy bueno.

Llega Maxine, tan deslumbrante como siempre; he de dejarles.

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