jueves, 7 de noviembre de 2013

Celebración

No soy amigo de organizar frecuentes y multitudinarias veladas. Prefiero la intimidad de unos pocos amigos o de un par de mujeres. Aun así me veo en la obligación, de tanto en tanto, de hacer alguna excepción. Anoche fue una de ellas.
Quedé con un numeroso grupo - al menos eso sí - de buenos amigos en el 3 Deuces para celebrar el éxito de la película El caballero silencioso, cuyo guión escribí el pasado año, y cuya película se estreno hace unos meses. Hay que hablar de éxito, de todo un acontecimiento en gran parte del país. En Manhattan las colas para ver la han sido interminables.

Conmigo estaban Maxine (mi chica) Lady Day, Lester Young, Barney, el dueño del desaparecido Cafe Society, Moe, dueño del Savoy, Vlady, la rubia explosiva a la que tanto he querido, y que tan buenos momentos hemos pasado juntos, y Tedy Wilson. De los Ángeles llegaron para pasar unos días conmigo, Natalie, la protagonistas del film, y mi amigo de instituto y empleado de la productora. Natalie había roto, según me dijo, con su amiga, ahora una famosa modelo.

No recuerdo si les he hablado del argumento (peregrino) de la película. Estuve a punto de rechazar el contrato. Pensé que se estaban burlando de mí, lo cual no me hacía gracias. Luego de unas largas conversaciones con los responsables de la productora cambie de opinión y firmé el contrato. 

Se trata de un tipo, actor famoso, que como consecuencia de una infección mal curada de garganta, se queda sin voz, es decir, mudo. Ahora, como el fulano en cuestión (el actor) es famoso, la productora no puede prescindir de él: el público enloquece con sus películas y siempre está esperando la siguientes. Así pues, ni cortos ni perezosos, se les ha ocurrido llevar su historia a la pantalla. ¿Y quién mejor que él para representar el papel de su propia historia? Nadie, claro está. 

Y ahí entro yo. Mi trabajo consistió en escribir un diálogo para mudos, un diálogo especial, es decir, muy cuidado en sus formas. Ya que el protagonista-actor no podía hablar, lo que si podía era mover los labios, por lo que resultó ser esa peculiaridad la principal novedad del film. El espectador podía entender a través de esta técnica los diálogo.

La película gira en torno a este actor-protagonista, es decir a su peripecia y sufrimiento por verse abocado a subirse en un escenario e interpretar sus papeles de galán sin poder pronunciar una simple palabra. El ambiente del film es angustioso y mantiene al público en una constante ansiedad y angustia ante las desgracias de un joven deseoso de poder llevar una vida normal en su doble faceta de persona y actor. 
Al final de la película, el protagonista es sometido a una intervención quirúrgica, casi milagrosa (de película) y logra recuperar su voz, y en ese momento aparece el rótulo de FIN.

En su momento, como ya he explicado en alguna otra ocasión, no quise preguntar por qué mierda no le operaban al principio y así nos ahorrábamos tantos quebraderos de cabeza. Además, siempre abría la posibilidad de que el protagonista contará retrospectivamente su desgracia, y cómo gracias a los avances de la cirugía ahora estaba bien y, no solo podía contar su historia, sino que hasta podía cantar si se lo proponía. Pero para qué me dije. 

De mi trabajo obtuve unos suculentos beneficios y, lo mejor de todo, una relación con una mujer sencillamente deslumbrante: Su nombre era Natalie, y era la actriz que trabajaría junto al actor mudo.

Anoche actuó en el 3 Deuces Charlie Parker. Comenzó con su famoso All the things you are, para después seguir con  Groovin' high más tarde interpretó una versión de April in Paris sensacional. Cuando después interpretó Autumn in New York. Después de esto ya perdí la cuenta. En realidad la noción: la boca grande y húmeda de Maxine presionando sobre la mía solo me dejaba pensar en el después.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Vieja historia

No sé porqué pero la otra noche - mientras esperaba a Maxine en el 3 Deuces - me vino a la memoria el relato, un percance más bien, que me contaron mientras asistía a una elegante cena y velada en el Astoria de New York.

Resultó que una actriz y cantante negra fue contratada para actuar en un hotel muy elegante,  de esos de cinco o más estrellas. Según contaba el comensal que se encontraba a mi lado, esta cantante fue la primera mujer negra en hospedarse en ese hotel. Dorothy, ese era el nombre de la cantante, decidió bajar a la piscina y darse un baño. No obstante, un encargado dirigiéndose a ella la dijo que no podía nadar allí por ser negra. Dorothy metió la punta del pie en la piscina para salpicar al encargado  y al mismo tiempo decirle que era él y la gente blanca como él la que carecía de dignidad para nadar en esa piscina. Después se marchó a su habitación. Al poco tiempo, la piscina fue desocupada y desinfectada. 

Cuando llegó Maxine le conté esa vieja historia: "Que hijos de puta", me dijo. 

Pedí a Herni, el barman, un martini para Maxine y un bourbon para mi. Luego reímos imaginando como aquellos pobres infelices se dedicaban a desinfectar la piscina  en lugar de desinfectarse ellos el alama.

No se porqué pero nos quedamos hasta las tantas pensando y comentando aquella historia oída en el Astoria. Maxine comenzó a desgranar unas notas de 'A smile of angel' mientras yo sentía el calor húmedo de su entrepierna en mi mano.