miércoles, 18 de marzo de 2015

Piernas al desnudo

El otro día, bueno de esto hace ya bastante, les hablé de la agradable noche pasada con Weegee (ya saben: Arthur Fellig) en el estreno del film The Naked City (La ciudad desnuda), cuyo título se corresponde con el del primer libro de fotografías publicado por Weegge. El filme, además del título, está inspirado en las fotografías hechas por Weegee de la vida cotidiana en New York, recogidas en su Naked City. Después de acudir al estreno fuimos al 3 Deùces -ya saben, en la 52- donde acabamos la noche hablando de todo un poco; esto es, de nuestras vidas, es decir, de nuestros problemas.

Pues bien, hoy soy yo el que ha visitado a Weegee en Los Ángeles. He ido a verle al Knickerbocker Hotel, donde se hospeda con mi último libro Piernas al desnudo, debajo del brazo.
Como Naked City, Piernas al desnudo es un libro en el que he intentado -con mejor o peor suerte- poner texto a una amplia selección de fotos de Arthur. En total son treinta y cinco imágenes de distinta naturalezas, pero todas hechas por él en diferentes años. Me hubiera gustado incluir algunas imágenes más, pero lo cierto es que, aún diciéndome mucho, me sentía incapaz de proyectarlas en el papel, todo pese a que una de esas imágenes me tiene obsesionado desde la primera vez que la vi, es una mujer y su nombre es Eddie.Cuando se lo cuento a Vlady, antes lo hacía a Maxine, se ríe de mí: "¡tonto!", me dice.

Weegee se muestra encantado con mi regalo. Pasamos una tarde hojeándolo página a página donde yo le iba explicando lo que cada imagen me había ido sugiriendo o contando, o más exactamente 'revelando'.

Me quede en los Ángeles cinco días, hospedado en el mismo hotel que Arthur. Al segundo día fuimos a Hollywood donde conocí a algunos amigos de Weegee y de paso saludé a los que yo había conocido cuando trabajé en la Universal en el guión de El caballero silencioso. Me encontré con  Natalie, la protagonistas del filme y mi viejo amigo de instituto, Lester, y empleado de la productora. Hace tiempo les hablé del argumento (peregrino) de El caballero silencioso supongo que se acuerdan.

Weegee en compañía de su chica actual me llevó a algunos clubes famosos de jazz. En uno de ello escuche a un tipo del que había oído hablar mucho y bien, pero al cual no conocía. Era Nat King Cole y su grupo. Hicieron una interpretación fantástica de Route 66, como también de Better to be By Yourself, aunque prefiero la primera, sin duda. 

De nuevo en New York, Vlady y yo hemos decidido darnos un descanso esta noche y no pasarnos por el 3 Deùces. Ella está ansiosa por abrazarme y yo loco por hacerla el amor. Esta noche nos tomaremos los bourbon en la cama, y sustituiremos al 3 Deuces por el gramófono.

miércoles, 11 de marzo de 2015

The Naked City

El miércoles de la semana pasada fui al estreno del film The Naked City. Un par de días antes me había llamado por teléfono Arthur H. Fellig para invitarme al acto. Naturalmente le dije que sí. Sobre todo porque hacía bastante tiempo que no nos veíamos. Weegee -su apodo. y por el que le conoce todo el mundo- se había traslado a  Hollywood donde trabaja como técnico y asesor especial para la Universal. 

Fui  a buscarle a la redacción del New York Herald Tribune, en el que había colaborado en el pasado, y donde posee buenos amigos.

Mientras nos dirigíamos al estreno, Weegee me contó que Naked City fue su primer libro de fotografías (colección de imágenes de la vida en la ciudad de New York),  y eran los derechos de ese título los que había vendido al productor Mark Hellinger para una película de Universal: «Como puedes observar me dijo todo se queda en Universal»

La verdad es que ambos disfrutamos enormemente con el film. Todo nos era familiar. Daba la impresión de que nosotros éramos una de las escena: nos veíamos paseando por esas calles, esas plazas, parques, entrando y saliendo a los edificios, cafés, clubes. Era como estar sentado en casa viendo pasar la ciudad a través de nuestras ventanas. Aquello era nuestra ciudad, nuestros asesinos, nuestra felicidad, también las penas y los sufrimientos, el amor, cómo no, las alegrías... En fin, nuestro mundo. 

Cuando salimos, invité a Weegee a pasarnos por el 3 Deùces a tomar un par de copas y a esperar a Vlady. La mujer con la que estoy ahora, desde que perdí a Maxine, de imborrable recuerdo: aun conservo en mi memoria el aroma de su cuerpo, de la brisa de su aliento, de sus pechos, de su vientre; el espeso e intenso sabor de su entrepierna, de su culo, de... toda ella. Ahora busco todo eso en Vlady, el que fue mi gran amor en el pasado, y que quizá lo vuelva a ser en un futuro. Aunque en estos tiempos, es mejor no hablar del mañana. 

Esta noche, en el 3 Deùces actua un quinteto de buenos amigos: Coleman Hawkins, Roy Eldridge, Teddy Wilson, Billy Taylor, y Cozy Col. Interpetan I'm In The Mood ForLove, siguen y siguen; después interpretaron 'S Wonderful. Para acabar, Coleman nos sorprendió a todos con Picasso, su recien y última grabación. ¡Asombrosa!.

Cuando Vlady entró en el 3 Deùces, todas las miradas se concentraron en su espléndida figura embutida en un escotado y ceñido vestido plateado; las medias de largas costuras que se insinuaban por encima de las rodillas producían vértigo, y más de una erección, no se si voluntaria o involuntaria. Me es indiferente, porque en realidad solo me importa la mía. Le presenté a Weegee y nos quedamos charlando animadamente de su nueva ocupación en  Hollywood, y recordando los viejos tiempos de su deambular permanente por las calles de New York a altas horas de la noche en busca de esa imagen que nadie, nada más que él, lograría para la posteridad. Más tarde se unieron a nosotros Teddy, Coleman, Cozy... y seguimos en el club hasta altas horas de la noche. Lo cierto es que dimos bastante trabajo a Herni, el barman. 

Vlady y yo dejamos a Weegee en un taxi en dirección a su hotel ( partía en unas horas hacía Los Ángeles) y nosotros, dando algún que otro bandazo, nos fuimos a casa. El bourbon nos había dejado algo confusos, a pesar de lo cual los dos estábamos deseando llegar a casa. Sabía que esa noche comenzaríamos a desnudarnos en el ascensor. Ella siempre lo hace por la ropa interior.






jueves, 5 de marzo de 2015

Todo sigue igual aunque nada es igual

Han pasado ya dos años desde que perdí a Maxine. La asesinaron dos hijos de puta por cincuenta cochinos dólares, en realidad porque en ese momento no había más que esos dólares en la caja de la lavandería de mi chica. 
Poco a poco, Olivia y yo hemos logrado rehacer nuestras vidas. En ello han colaborado nuestros buenos amigos, los mismos que se preocuparon de nosotros desde el primer momento.

Olivia acaba de cumplir  18 años, y dentro de nada comenzará en la Universidad. Es una mujer tímida y retraida; no le gusta mucho salir, aunque tiene amigas, prefiere estar en casa conmigo. Juntos vamos algunos días al cine o a ver un musical en Broadway. Es igual que su madre, de una belleza arrebatadora, y su cuerpo, perfectamente torneado, cintura estrecha, caderas insinuantes, piernas largas y tobillos estrechos, perfectas. Es imposible pasar a su lado y no admirar ese cuerpo mulato. 

Vlady y yo hemos vuelto. Ella se divorcio el pasado año. Vino a verme y fue cuando se entero de lo de Maxine. No sabía nada. Había pasado los tres últimos años primero en Los Ángeles, después en San Francisco y los últimos seis meses en New Yor.
La rubia explosiva, como yo la he llamado siempore, y a la que tanto he querido, y que tan buenos momentos hemos pasado juntos me dejo por un tipo joven, serio, educado y marchante de arte.  
Y ahora aquí estamos de nuevo, sobrellevando nuestras vidas. Vlady, me cuenta, fue feliz el primer año de matrimnio con el marchante. A partir del segundo año las cosas cambiaron: él estaba cada vez menos tiempo en casa, pasaba demasiado fuera enredado en su trabajo. Eso duró dos años, hasta que todos esos viajes, ese eterno estar fuera de casa se hizo insoportable. Cuando Vlady quiso poner remedio se encontró con que su marido tenía  un amante, un joven de apenas veinte años, alto y guapo. Durante todo ese tiempo, el cabrón del marchante se  había liado con todo joven y prometedor artista plástico que se cruzó en su camino. Vlady cogio sus cosas y se marchó de su lado. 

Ahora intenta rehacer su vida conmigo, como en su día lo hizo Maxine. Debo ser un tipo que trasnmite ternura, confianza, seguridad... De modo que las mujeres buscan en mí protección y cariño. Dos aspectos totalmente desconocidos para mí, pero no así para ellas, mucho más intuitivas e inteligentes.

Escribo esta crónica sentado en el 3 Deuce delante de mi bourbon con tres cubitos de hielo, servido por mi viejo y querdio amigo Herni, el antíguo barman del Café Society. En el escenario, esta noche está Mary Lou Williams, una buena amiga. Su Roll Em me anima a terminar esta breve crónica y a apurar mi tercer bourbon. Ya he mirado a Herni... Pronto llegará Vlady.  Esta noche la necesito más que otras veces: estrechar su cuerpo desnudo junto al mío, enterrar mi rostro entre sus piernas y saciarme de su íntima humedad... Ahí está Vlady, y Mary Lou interpreta para nosotros dos Autumn in New York.



martes, 3 de marzo de 2015

Era demasiado hermoso

Solos. Olivia y yo nos hemos quedado solos. Dos hijos de puta entraron la semana pasada en la lavandería de Maxine para robar la caja; cuando se iban la dispararon dos tiros en el pecho. Me llamó la policía para contarme lo sucedido; cuando llegué al hospital, Maxine había muerto. Todo por cincuenta cochinos dólares. Cincuenta. Olivia, su hija estaba en el instituto. Tuve que decírselo yo: "Querida, Maxine, tu mamá, ha muerto. ¡Dios!".

Esta noche estoy en el 3 Deuces con mi viejo amigo Barney. Él ha estado conmigo en todo momento, como Billie, Lester, Teddy y tantos otros. Mientras preparo mentalmente esta crónica, Barney Bigard (conocido de Maxine y mío) interpreta Wrap Your Troubles in Dreams,  una de las melodías que más le gustaban a ella y a mí. Después, Lady Day cantó Blue Moon, con Teddy Wilson al piano y Lester Young al saxo.

Ahora, la casa donde vivíamos felizmente los tres junto se nos hace  casi insoportable a Olivia y a mí. Quizá la dejemos y nos traslademos a mi apartamento, más pequeño y recogido. La lavandería la alquilaremos. Después tendremos que principiar una nueva vida. Antes, todo era demasiado hermoso. Ahora, será duro, pero nos tenemos el uno al otro, y Maxine siempre estará con nosotros. Siempre.