miércoles, 29 de febrero de 2012

Perplejidad


El Bemelman's Bar es uno de eso sitios elegantes, elegantes... y caros. Pero de vez en cuando es necesario hacer una excepción. Anoche actuó Herb Alpert y Lani Hall, y esa fue la razón principal por la que me encontraba en ese bar. Fui solo; no me apetecía llevar compañía. Y hubo una razón para ello; una razón poderosa si era cierto lo que había leído ayer mismo al mediodía en el The Huffington Post. No soy nada crédulo, al contrario, pero me quede perplejo y profundamente preocupado. Si, tanto fue así que -angustiado- me apliqué denodadamente en rememorar todo lo que había hecho en las últimas 72 horas, minuto a minuto: estoy leyendo Manhattan Transfe, mi Imperial Standard con el folio puesto en el carro espera mi crónica desde Manhattan; la ropa sucia también sigue esperando la lavandería; desayuno, como y ceno como habitualmente hago a diario, el domingo pasado sé que estuve en el Apolo con Eleanora, es decir con Lady Day, hasta las tantas, En fin creo que tengo mi vida en orden, no parece que haya olvidado nada.

Y se preguntaran a qué viene toda esta sarta de idioteces, propias de una mente trastornada. Y es ahí donde esta la gracia, que estoy, o me siento, verdaderamente trastornado, y no es para menos: “Un buen orgasmo puede borrar la memoria, entre 20 minutos y 20 horas, tras desatar un episodio de amnesia general transitoria”. Inmediatamente pensé en lo trágico del asunto, y si eso me podía haber pasado a mi. De ahí mi angustia y recuento de todas y cada una de mis actividades.

Sin embargo, el asunto siguió bullendo en mi cabeza. Así que después me pregunté si no sería esta la razón, los buenos orgasmos, los causantes de los olvidos de nuestros políticos, y no ese congénito afán de engañar para mantenerse en el poder cuanto más tiempo mejor. Algo que les achacamos, quizá, con demasiada insistencia, y ahora ya, tal vez, injustamente. También me pregunto si es qué realmente tienen tanta necesidad de llevar la bragueta abierta. Porque los incumplimientos, motivados por esa amnesia son casi permanentes. Llegado a este punto me lamenté de lo injusto que hemos sido -y somos- los ciudadanos con nuestros políticos. Resulta que es amnesia general transitoria la culpable de todo. Con razón me confesó Lady Day, el pasado domingo en el Apolo, que aunque fuese una fulana, tenía pánico al sexo. Y por cierto, haciendo memoria, lo había olvidado anteriormente, recordé que llevo alrededor de quince años sin tener un “buen orgasmo”, lo que hace que mi memoria sea magnífica, de primera clase.







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