El Bemelman's
Bar es uno de eso sitios elegantes, elegantes... y caros. Pero
de vez en cuando es necesario hacer una excepción. Anoche actuó Herb
Alpert y Lani Hall, y esa fue la razón principal por la que me
encontraba en ese bar. Fui solo; no me apetecía llevar compañía. Y
hubo una razón para ello; una razón poderosa si era cierto lo que
había leído ayer mismo al mediodía en el The
Huffington Post. No soy nada
crédulo, al contrario, pero me quede perplejo y profundamente
preocupado. Si, tanto fue así que -angustiado- me apliqué
denodadamente en rememorar todo lo que había hecho en las últimas
72 horas, minuto a minuto: estoy leyendo Manhattan
Transfe, mi Imperial
Standard con el folio puesto en
el carro espera mi crónica desde Manhattan; la ropa sucia también
sigue esperando la lavandería; desayuno, como y ceno como
habitualmente hago a diario, el domingo pasado sé que estuve en el
Apolo con Eleanora, es decir con Lady Day,
hasta las tantas, En fin creo que tengo mi
vida en orden, no parece que haya olvidado nada.
Y
se preguntaran a qué viene toda esta sarta de idioteces, propias de
una mente trastornada. Y es ahí donde esta la gracia, que estoy, o
me siento, verdaderamente trastornado, y no es para menos: “Un
buen orgasmo puede borrar la memoria, entre 20 minutos y 20 horas,
tras desatar un episodio de amnesia general transitoria”.
Inmediatamente pensé en lo trágico del asunto, y si eso me podía
haber pasado a mi. De ahí mi angustia y recuento de todas y cada una
de mis actividades.
Sin
embargo, el asunto siguió bullendo en mi cabeza. Así que después
me pregunté si no sería esta la razón, los buenos orgasmos, los
causantes de los olvidos de nuestros políticos, y no ese congénito
afán de engañar para mantenerse en el poder cuanto más tiempo
mejor. Algo que les achacamos, quizá, con demasiada insistencia, y
ahora ya, tal vez, injustamente. También me pregunto si es qué
realmente tienen tanta necesidad de llevar la bragueta abierta.
Porque los incumplimientos, motivados por esa amnesia son casi
permanentes. Llegado a este punto me lamenté de lo injusto que hemos
sido -y somos- los ciudadanos con nuestros políticos. Resulta que es
amnesia general transitoria la culpable de todo. Con razón me
confesó Lady Day, el pasado domingo en el
Apolo, que aunque fuese una fulana, tenía pánico al sexo. Y por
cierto, haciendo memoria, lo había olvidado anteriormente, recordé
que llevo alrededor de quince años sin tener un “buen orgasmo”,
lo que hace que mi memoria sea magnífica, de primera clase.
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