viernes, 15 de marzo de 2013

Un ágrafo frustrado

Si me preguntan por mi larga ausencia de estas crónicas desde Manhattan, podría contarles alguna larga historia; mejor o peor hilvanada aventura de mujeres, sexo, alcohol...  Esta ausencia -podría incluso decirles - se ha debido a un largo viaje por Europa (Roma, París, Madrid, Londres...) en compañía de Maxine para presentar mi último libro (La paz que nos trastornó) y dar varias conferencias. Pero nada de todo esto ha ocurrido. El motivo real ha sido mi inapetencia por escribir.

Durante todo este tiempo, no obstante, he permanecido fiel a mi condición de noctámbulo, y no he dejado ni una sola noche de acudir a mi cita con el 3 Deuces.


Tengo que confesarles que esa inapetencia por escribir quizá se haya debido a que tal vez me he abismado (como diría Borges) demasiado en la lectura de ciertos escritores, los del "no". En aquellos grandes autores que después de producir una o varias obras maestras, dejaron de escribir de la noche a la mañana y continuaron así hasta su muerte. O de otros que prometían ser grandes escritores (talento no les faltaba), y, sin embargo, nunca pudieron comenzar o acabar una obra. Los hubo también que esperaron eternamente a que les llegara la inspiración. 

En mi caso me di cuenta de que  escribir no es importante, más bien  todo lo contrario, pero después vi que no podía hacer otra cosa. Que jamás llegaría a ser un destacado ágrafo.

El solo hecho de pensar que mi actitud (irresponsable, por lo demás) les privaba de esas crónicas breves en las que relataba mis paseos nocturnos por el Café Society y el 3 Deuces y otros locales de los que les he hablado, tuvo la virtud de hacerme recapacitar. Así pues he tomado la decisión de no ser un barltebys, y proseguir con mi crónicas desde Manhattan.


Recuerdan que la vez pasada les hablé del Profesor Gaviota, del tipo que decía estar escribiendo la Historia Oral del Mundo Contemporáneo, el libro más largo jamás escrito, según cuenta Joseph Ferdinand Gould, que así se llama el autor.

Pues bien está noche, que casualidad, me he encontrado con Joseph Mitchell, el periodista que hace unos años escribió en el The New Yorker una semblanza del Profesor Gaviota. Joseph Mitchell me asegura tener pruebas de que Historia Oral del Mundo Contemporáneo no existe, que es un pretexto de Gould. Es más, me asegura que todo lo que ha escrito de esa Historia es un par de capítulo, uno de ello de forma reiterativa acerca de la muerte de su padre; escrito, me asegura, más de cien vece, y repartido en cuadernos por todos los tugurios de Manhattan donde Gould ha parado a beber, comer o dormir. Pero en todos ellos cuenta lo mismo y con idéntico título: Muerte del Dr. Clarke Storer Gould. Un capítulo de la Historia Oral de Joe Gould.


Joseph Mitchell me estuvo contando todo esto en el 3 Deuces, alrededor de una mesa y dos Bourbon con hielo, hasta que llegó Maxine. Luego estuvimos hablando de la marcha del país, de la reconstrucción de Europa, de España, de su régimen autoritario... En fin de todo un poco. 

Esta noche actúa una vieja conocida, Mary Lou Williams. Su interpretación de It Ain't Necessarily So es fantástica, como lo es también su Autumn in New York.


Después de Mary Lou, justo en el  mismo momento que llegó Maxime (la negra más resplandeciente de la Gran Manzana), comenzó la actuación de Artie Shaw y su orquesta con Begin the Beguine, de Cole Porter. Artie es un clarinetista de un enorme talento; nada que envidiar a Benny Goodman, otro de los grandes. 


Pedí a Sam un Martini para Maxine y otra ronda para Joseph y  para mi.

3 comentarios:

  1. Me gustan las crónicas, así estén escritas desde Manhattan o desde algún rincón de la Mancha, las tuyas se leen facilito y si, es verdad, a veces solo hay pura desgana por escribir, eso pasa con frecuencia...
    Saludos desde el Trópico

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    1. Con mucho, mucho retraso (vaguería tal vez) respondo a tu mensaje paa darte la gracias por ese comentario tuyo.

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